La lavandería, el río y la comida tradicional – Corea del Sur


Me levanté bien pronto y nervioso, creo que algo antes de las 7AM. A las nueve en punto tenía una cita con el maestro coreano y mi traje de entrenamiento aún estaba en la tintorería.

Verás, el día anterior caminé por la zona donde me hospedaba para encontrar una lavandería que pudiera lavar el traje para la mañana siguiente. Tras mucho caminar y después de 4 intentos fallidos encontré este sitio. Una lavandería diminuta, llena de… de todo vaya. No muy limpia y con un jefe de lo más peculiar.

Entré, saludé en coreano y lo primero que hizo el hombre al verme fue enseñarme el bate de béisbol de la estantería. Ponía «rey de los homerun». Al momento señaló una fotografía de dos personas vestidas con equipación de béisbol. Nunca supe si era él de joven o su hijo, o sus hijos. La verdad es que el hombre no dijo una sola palabra en inglés.

Con mi limitado coreano le expliqué que necesitaba mi traje limpio para primera hora de la mañana. Él, con una sonrisa, me contestaba cosas que yo era incapaz de descifrar. Él al ver que yo de coreano lo justo, me lo escribía en un papel. En coreano.

Tras muchos intercambios de palabras (hablaba más él que yo) me dijo que sí, que estaría para mañana «hacia» las 9AM.

¿Tendría tiempo suficiente al día siguiente para ir a buscar la ropa y encontrarme con el maestro sin llegar tarde?

Me propuse llegar a la lavandería una hora antes para ver si mis cosas estaban listas. No quería llegar tarde a mi cita, no quería parecer maleducado ni faltar al respeto al maestro que nos venía a buscar al motel en su coche.

Así lo hice. Llegué a las 8AM pero dentro no había nadie. Me empecé a preocupar. ¿A qué hora aparecerá este hombre? ¿Y si llega a las 9AM pero tampoco lo tiene listo?

Tras pegar mi cara al cristal para ver si había alguien dentro, me giré y de repente apareció el jefe. Sin poder contener mi alegría le di los buenos días efusivamente en coreano y entramos al local.

El hombre me enseñó la ropa y me dijo que aún estaba mojada, que me la pondría a la secadora pero qué sería rápido. Le insistí que iba con prisas pero que si era rápido que no había problema. Al fin y al cabo aún tenía unos 45 minutos.

Al poco rato y tras charlar un poco en coreano (recuerda que aquí el que habla es él. Yo hago que sí con la cabeza pero solo consigo entender 1 de cada 20 palabras) entró una viejecita. Esta podría haber sido su madre o su mujer. Ni idea. Pero se quedó fascinada con la relación de toda la vida que el jefe y yo mantenemos.

Llegaron las 8:50 y le dije al jefe que por favor me diera ya la ropa estuviera como estuviera. No importaba si estuviera algo mojada. La fue a buscar, le pagué sus honorarios, le di las gracias y salí por la puerta.

En ese momento, puramente por instinto, saqué el movil mirñe la hora y eran ya las 9AM. El reloj de pared del jefe iba unos diez minutos atrasado. ¡A correr!

Salí corriendo de la lavandería a unas cuatro calles del motel a miedo de llegar tarde. Llegué jadeando al motel y por suerte el maestro aún no había llegado.

Mission cumplida. Menudo día me esperaba y tan solo acababa de empezar.

Nos fuimos en coche a la montaña, queríamos hacer unas fotografías. Al llegar a este templo lo estaban renovando así que tuvimos que optar por el Plan B. Hacer fotografías en un riachuelo cerca del templo.

Las fotografías quedaron de infarto. El maestro es muy exigente, el agua estaba congelada y las piedras estaban afiladas. Me dolían las piernas, los pies y los brazos se estaban agotando de sujetar el acero que estaba empuñando.

Cada postura requería esfuerzo, tiempo y perfección. Cada postura conllevaba entre 2 y 5 minutos de maduración hasta conger la fotografía. La verdad es que eso fue más duro que el entrenamiento normal de la escuela.

Nos cambiamos y volvimos a la ciudad. Era hora de comer. El maestro había reservado en un restaurante de lo más tradicional a tan solo 10€ por persona. Sí, tuvimos que sentarnos en suelo de parquet, pero el sabor valió la pena.

Otro día más en Corea del Sur, fue increíble.


6 comentarios

Menuda experiencia, al menos el resultado fue sensacional… felicidades

Helena

Pues en el rio se te ve tranquilo, cansado para nada 😂

¡Wow! Gracias por compartir toda tu experiencia.
Por cierto, se ve que la comida estuvo deliciosa.
Saludos.

Deja tu comentario
*
*