El parque de Ueno es muy grande, decidí que esta fuera mi primera visita al aterrizar en Tokio para maximizar las posibilidades de ver los cerezos en todo su esplendor.
Sí, había cerezos pero nada que ver con lo que me encontraría días más tarde en un parque en el barrio de Shinjuku (esas fotos para otro día 😉).
Era fin de semana así que había gente y bastantes puestos de comida. Me decanté por un pollo frito y asegurar el tiro antes de probar cosas más exóticas. Jet lag y estómago algo confundido… Aunque el frito en general no es ideal, me sentó bien.
La presencia de papeleras, de todos los tipos y para cada uno de los residuos o las cintas que indican qué dirección de tráfico deberías seguir al caminar por las avenidas principales del parque le quitan un poco el encanto.
Me separé y me perdí por caminitos secundarios hasta que di con un templo. Me encantan estas plaquitas de madera que la gente compra en los templos y escribe mensajes. Algunos son espectaculares con dibujos más que palabras.
Terminé el paseo y volví a buscar mi maleta, que había dejado guardada en una taquilla de la estación de tren. Por fin era hora de ir al alojamiento y descansar un poco.
¿Hubieras probado el platano bañado en chocolate? ¿O quizás el calamar a la brasa?










El plátano de postre 😁. Las plaquetes de madera son muy bonitas 🩵
Sí, no se si funcionaran para poner tus deseos. En el próximo viaje igual debería poner una 😁