Aún sin haber alquilado el coche nos animamos a buscar un sitio donde aparentemente hacían los bocadillos más grandes de San Francisco. Tras unas cuantas subidas y bajadas (tienes que pensar que mi colega iba en muletas) encontramos el supuesto establecimiento.
Estaba lleno, la cola llegaba a la esquina por lo que decidimos seguir nuestro camino y encontrar otro sitio donde comer. Tras caminar unas cuantas calles encontramos un local bastante peculiar, ahí nos metimos. Por alguna razón los camareros iban todos con pantalones cortos (muy cortos) y peinados de lo más fashion 😉
Pedimos unas mini-hamburguesas y unas patatas fritas, que curiosamente aún tenían parte de la piel. Estas iban envueltas en un papel que aparenta ser de periódico pero no lo es. Acostumbrado al estilo americano de hamburguesas esta me supo a poco.
Calle Castro
Estábamos en la mundialmente conocida como calle/barrio de Castro, la zona gay de San Francisco.
Me perdí un rato por sus calles y la verdad es que es un sitio muy peculiar. Se respiraba un ambiente muy relajado: tiendas, gente tomando el sol, restaurantes y banderas multicolor.
¿Habías oído hablar de este sitio?
Oh que «cuco» el barrio. El rótulo de twin peeks, las banderas arcoíris, pasolini, las «mini hamburguesas» más «helthy» :love:
😉
Está bien eso de improvisar y encontrar un sitio así de peculiar, tu amigo estaría deseando llegar porque con las muletas el pobre, me imagino. Me ha dado por curiosear en al web del sitio y parece muy interesante el menú, y por la pinta de tu foto. Por cierto, era salsa rosa lo que acompaña las papas fritas?
Qué ganas de comer, y eso que hoy comí hamburguesa jeje.
Un saludo
Sí, el pobre sufrió un poco pero bueno… estábamos de vacaciones así que… 🙂
Pues la salsa sí, era algo un poco raro. No recuerdo bien bien que era.
Viendo la foto y siendo ahora las 9 de la mañana también me entra hambre 😉
Muy interesante la etnografia de la ciudad y las comidas. Me ayudó a volar y soñar la lectura de la novela de Alberto Fuguet, Missing. Saludos!