Uno de los clásicos indispensables de la ciudad de Kioto es el templo de Kiyomizu-dera. Un templo de más de 1.200 años de edad reconstruido en 1.600, historia en estado puro.
Por supuesto si ves fotos o videos en Instagram este paraje parece idílico. Un templo dentro de un bosque con unas pagodas rojas majestuoasas. Y la famosa calle comercial que baja desde el templo hasta la parte más urbana, las fotos esa calle esta desierta, para que la puedas disfrutar sin gente, con calma. La realidad es que aunque las construcciones sí que son maravillosas está rebosante de gente. Ambos templo y calles que llevan a él son rios de gente que desembocan en este icónico lugar.
Un pequeño error de cálculo por mi parte al dejarme caer en domingo, aunque no creo que hubiera habido mucha diferencia con un día entre semana. Siendo 2023 el año donde se reabrieron las fronteras japonesas y durante la primavera… La única manera es ir ahí antes de que salga el sol, como intenté con el templo del Fushimi Inari.
Caminas por ahí y la mayoría de gente busca esa foto, ese selfie… la foto donde parezca que están ellos solos, en un momento casi espiritual… Desafortunadamente no es así. Y soy consciente que yo como turista formo parte del problema. Así que realmente no tengo derecho a quejarme.
Me perdí una rato por la zona y luego me dejé caer hasta la estación de Kioto 🚉


















A comer y a la lavandería
Tenía una misión, comprobar si el restaurante que visité en mi anterior viaje seguía ahí. Un restaurante delicioso de cerdo empanado, langostinos, etc. Después de una pequeña cola (cogiendo número como en la pescadería) me dejaron entrar. Me resulta curioso ver, en más de una ocasión, restaurantes con mesas vacías dentro pero con cola fuera. Como si no pudieran abarcar tener todas las mesas llenas y frenasen la entrada de comensales. ¿Será que no pueden dar abasto si entramos todos y nos hacen entrar paulatinamente? Pero entonces… ¿Por qué tener tantas mesas?
Sea como sea, estaba igual como lo recordaba, cielo en la tierra. La estación de Kioto tiene un montón de buenos restaurantes, algo a lo que no estamos acostumbrados en España.
Con la barriga llena y muy feliz volví al alojamiento (a tan solo 15 minutos caminando de la estación) para ir a la lavandería.





De las cuatro veces que he estado en Kioto, sólo la primera pude visitarlo. Las últimas había tanta gente en las cuestas de subida que desistí… seguro que se merece una nueva oportunidad.
Los turistas somos lo peor 🙁